El Madrid es irrompible

Una de las razones por las que el Madrid tiene doce Copas de Europa, quizá camino de trece, es su capacidad histórica para soportar las situaciones de estrés, para encontrar escapatoria cuando no aparece su fútbol. Sucedió en Múnich, ante ese Bayern de toda la vida, que pasa en un instante de tormenta tropical a huracán de fuerza 5. Lejos de su mejor versión, aguantó la adversidad y se defendió pegando.Así también gana el Madrid.
El fútbol es una actividad admirable que tolera caprichosamente que el juego vaya por un lado y los goles por otro. Esa bipolaridad mantuvo el encuentro de Múnich pegando volantazos. Porque el Bayern, un equipo que en casa sale vestido de remontada aunque, como era el caso, no haya nada que remontar, no se entregó a una acometida furiosa de salida. No fue culpa de Heynckes, que lo puso todo de su parte, con la alineación más progresista posible, sin Thiago y con James y Müller, con Javi Martínez como único mediocentro y con Ribery y Robben, cargados de años y sabiduría, en las bandas. Un carga de la caballería que no empezó cargando.
No atacó pues al sistema nervioso del Madrid, en el que Zidane había tomado el partido desde el estatuto de los trabajadores: jugó Lucas Vázquez y se quedaron en el banquillo Bale y Benzema. El fin de una era. El fin de un espacio protegido. El partido giraba en su favor. Lewandowski perdía una primera ocasión, se rompía Robben (le seguiría poco después Boateng), cuya musculatura no se ha endurecido con los años, y empezaba a meter al Bayern en un rondo. Era un Madrid a la sombra, quemando minutos sin llevarse sobresaltos, intentando banderillear con sus centrocampistas, y un Bayern menos arrogante de lo que acostumbra. En estos partidos al vapor se agradece mucho la presencia de un Vidal que no estuvo en Múnich ni estará en Madrid.

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